Agón Baires Puntapié inicial en periodismo deportivo
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EL PATO A
PESAR DE QUE el pato es, desde 1953, el deporte nacional de la
Argentina, son pocas las personas que conocen su historia. Es un juego
que se practicaba ya en la época de la colonia. En sus inicios se
jugaba mayormente en la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Salta,
Santiago del Estero, Corrientes y Entre Ríos. Hoy, luego de más de 400
años de una historia cargada de prohibiciones y controversias, son
muchas las diferencias que se pueden señalar respecto al juego en sus
orígenes. Para
jugarlo se mataba a un ave doméstica, por lo general se trataba de un
pato, de allí viene su nombre, y se la colocaba dentro de un trozo de
cuero . Se formaba así una
pelota, a la que se le cosían tres o cuatro manijas de cuero torcido de
las cuales los jugadores se aferraban en el juego. Antes
se comenzar el juego se fijaba un punto de encuentro, en donde se reunían
todos los jugadores con sus caballos, y un lugar de llegada, que por lo
general era un rancho o una pulpería. Luego comenzaba la corrida, que
consistía en perseguir a quién se había apoderado del pato
para sacárselo. El juego finalizaba cuando el jugador que tenía el
pato llegaba a la meta previamente fijada. Una vez finalizada la
corrida, era habitual que en el sitio de la llegada se realizara una
comilona en la que participaba el ganador, los competidores que llegaban
sanos a la meta y gente de la zona. El ganador era considerado el más
gaucho y el más macho, y era agasajado por las mujeres del lugar.
Refiriéndose a esto, el marino José Espinosa escribió: “Nuestro
venturoso jinete, presenta a una dama la presa, ella lo convida con mate
y suele premiar al valor, con los mayores favores”. El
origen del pato es incierto. Hay dos grandes hipótesis respecto a su
procedencia: hay quienes piensan fue traído de España por los
conquistadores, y hay
quienes, como el naturalista Guillermo E. Hudson, plantean que
nació en la zona que comprendía el Virreinato del Río de la
Plata. La
primer referencia documentada que se puede rastrear sobre este juego la
realiza Félix de Azara. En ella menciona a la corrida de pato que se
realizó en 1610 en la ciudad de Buenos Aires con motivo de las
celebraciones por la beatificación de San Ignacio de Loyola. También,
por esa misma fecha, hay registros sobre un juego de pato realizado en
Salta, en el valle de Guachipas, que fue disputado entre los indios del
lugar. En
numerosos escritos aparecen referencias sobre este juego, así lo hace
Calixto Bustamante en El Lazarillo de los Ciegos Caminantes, el
padre José María Salvaire en Historia de Nuestra Señora de Luján,
Ignacio Garmendia en Cartera de un soldado, Domingo Faustino
Sarmiento en Facundo, Guillermo E. Hudson en El ombú, para
nombrar algunos. Los
juegos de pato eran organizados por los pulperos, por las autoridades,
que lo incluían dentro de los festejos, o por los estancieros. También
se practicaban corridas en los escuadrones de caballería para
entretener a las tropas. Era una práctica popular, que atraía
especialmente a los gauchos porque
en el juego estaban implicados el valor, el honor, la fiereza y
la hombría.. En
sus orígenes el pato se jugaba de manera diferente a como se lo
practica actualmente. En primer lugar no había una cancha delimitada,
se lo ejercitaba a campo abierto. Estas condiciones hacían que fuera un
juego brutal y peligroso, ya que
en las corridas se arrasaba con todo lo que se encontraba a su paso:
ranchos, huertas, majadas, etc. Es por esa razón que era habitual que
la gente de la época exclamara al ver algo estropeado: “Parece que
por aquí pasó un pato”. La
cantidad de participantes también cambió. Hoy se juega con dos equipos
de cuatro jugadores mientras que en la época de la colonia los
participantes conformaban bandos de 20 a 50 jinetes. Había
dos modalidades de juego, o bien se enfrentaban dos bando o se jugaba
todos contra todos. Existían varias maneras de iniciar el juego, la más
utilizada consistía en que dos jugadores se tomasen de las manijas de
la pelota, que antes eran tres o cuatro y hoy son seis, y que el resto
ayudase al representante de su bando para que se quedase con el pato.
En
las corridas de pato estaban permitidas todo tipo de artimañas para
apoderarse de la pelota y retenerla hasta llegar a la meta. Era habitual
ver en el juego golpes de puños y con el talero, cortes de riendas, y hasta puñaladas. La violencia era una característica
propia del pato, que se aplicaba tanto entre quienes lo practicaban como
a quienes se cruzaban en medio de una corrida. La
violencia, las muertes, y los saqueos que a veces tenían lugar en el
transcurso de una corrida, fueron las principales causas para que el
pato fuese prohibido en varias oportunidades. En
1739 es prohibido por el Cabildo de Santiago del Estero; en 1778 también
lo hace el Cabildo de Nuestra Señora de Luján, estableciendo penas de
cien azotes y trabajos forzosos para quienes lo practicasen; en 1796 la
Iglesia Católica se opuso a este juego y lo consideró contrario a la
religión. En esa oportunidad las penas por practicarlo eran la excomunión,
la exclusión del templo, y hasta la negativa de ofrecer cristiana
sepultura a quienes morían en
una corrida. Bajo
el gobierno de Martín Rodríguez, en 1822,
se dictó un decreto prohibitorio que figura en el Registro
Oficial de Buenos Aires, que castigaba con meses de trabajo a quienes lo
jugaban, y obligaba a pagar
indemnizaciones por los daños ocasionados. Sin
embargo todas estas prohibiciones no pudieron impedir que este juego se
practicase de manera clandestina en distintos puntos del país. Algunos
autores señalan que entre 1840 y 1842,
Rosas prohibió este juego. Sin embargo hay dudas al respecto, ya
que se dice que no hay papeles en donde conste esta
prohibición. En
1889, el art. 1043 del Reglamento General de la Policía de la Provincia
de Buenos Aires vuelve a prohibir al pato. Prohibición vigente hasta
1938, cuando un grupo de jugadores de pato, liderados por Alberto
Castillo Posse, gestionó frente a las autoridades la derogación del
mencionado artículo. Para
que se levantase la última prohibición que tuvo este deporte hizo
falta un reglamento totalmente renovado, en el que se buscó erradicar
toda la peligrosidad del pato. Entre
los pioneros, ya no como corrida sino como deporte, encontramos
al ya mencionado Alberto Castillo Posse, Paulino Caballero, Florencio Escardó,
Elías Gordillo Rojas y
a sus hijos Elías y Raúl, entre tantos otros. Gracias a la
labor de algunos de ellos se construyeron los primeros campos de pato
del país, que fueron El Venado, General Lavalle, El
Resuello, Santa Anita, La Tablada y General Martín Güemes
que quedaba en Floresta, frente al parque Avellaneda. En
aquella época las mujeres de los jugadores comenzaron a asistir a los
partidos y en los entretiempos jugaban carreras de postas. En
1942 se creó la Federación
Argentina de Pato, entidad que desde esa fecha se encarga de clasificar
a los jugadores adjudicándole ventajas (handicaps), de organizar
torneos y de realizar actividades para la difusión de este deporte. Desde
su reaparición como deporte en
1938, el pato perdió la brutalidad
del pasado para pasar a ser hoy una práctica deportiva que, sin dejar
de ser violenta y algo
peligrosa en las alternativas del
juego, se desarrolla en un
clima familiar. En qué consiste el juego hoy Hoy
en día en el pato se enfrentan dos equipos que, mediante pases y
combinaciones, buscan apoderarse del pato, eludir a sus adversarios e
introducirlo en un aro
de un metro de diámetro. Cada bando está formado por cuatro jugadores
numerados del 1 al 4. La
cancha mide entre 180 y 220 metros de largo por 80 o 90 metros de ancho.
En las cabeceras posee
dos aros de 2 metros 70 centímetros de alto. Se
juega en partidos de seis tiempos de 8 minutos cada uno, con intervalos
de 4 minutos. Al finalizar cada tiempo se escucha una campana, pero el
juego continúa hasta tanto el pato
caiga al suelo, salga fuera de la cancha, se cometa alguna infracción o
se convierta un tanto. Esta regla varía en el último tiempo ya que
frente al sonido de la campana finaliza automáticamente el partido,
excepto que el juego este empatado. En ese caso se agrega un tiempo
suplementario que finaliza cuando uno de los equipos hace un tanto. Antes
de iniciar el juego, los dos equipos se alinean en sectores opuestos de
la cancha y cada uno de sus
integrantes, alternadamente, intentan, en veloz corrida, recoger el pato
del suelo. Aquel equipo que más veces lo consigue adquiere derecho a
elegir arco e iniciar el juego desde el centro de la cancha. Cuando
el pato cae al suelo, sólo puede ser recogido por aquel jugador que por
su ubicación en la cancha, con respecto a la posición de la pelota,
tiene derecho a ello. A esta acción se la denomina levantada,
y se hace por el lado derecho del montado sin disminuir la marcha. Una
de las reglas fundamentales del juego establece que el jugador que tiene
la posesión del pato deberá
ofrecerlo a un contrario que este cerca y en condición de tomarlo. Es
decir ponerlo en su mano derecha y extenderla de tal forma que pueda
alcanzarlo y comenzar así la acción denominada cinchada.
Todo pase o tiro al arco debe hacerse con la mano derecha, pero el pato puede recibirse con cualquier mano. El
juego es dirigido por dos jueces montados y por un árbitro que, desde
afuera de la cancha, opina solamente cuando es consultado por los
jueces. En
el pato los jugadores son clasificados con un handicap o ventaja que va
del 1 al 10. No hay categorías por edades, sino que se dividen a los
equipos en categorías de acuerdo al handicap que tiene el grupo en
general. En los torneos se enfrentan equipos con ventajas iguales o que
se pueden emparejar, es decir que antes de que comience el partido el
equipo que más handicap tiene le otorga esa diferencia en tantos al
equipo inferior. A esta regla no se la tiene en cuenta en el Campeonato
Argentino Abierto , que es el torneo más importante de esta disciplina,
en donde todos los partidos arrancan 0 a 0. El
pato se practica principalmente en las provincias de Buenos Aires, Santa
Fe, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa, Río Negro, Salta y San Luis. La
Federación Argentina de Pato agrupa a los campos de pato de la
Argentina, actualmente cuenta con 31 clubes asociados
de los cuales 26 están activos. Los clubes pagan una cuota anual
que oscila entre los 150 y los 450 pesos (=dólares), y los jugadores deben pagar un
promedio de 60 pesos anuales (ídem) para la afiliación y el derecho de
ventaja. A
los 14 o 15 años se puede comenzar a practicar este deporte, y no hay
un tope de edad establecido para dejar de hacerlo. “Yo
conozco gente de cincuenta años que sigue jugando y se sigue
divirtiendo,
porque mientras no duela nada y el cuerpo aguante, se puede seguir
jugando”, comentó al respecto el Olimpia de Plata de esta
disciplina en 1997, Bautista Risso. A
pesar de haber perdido el salvajismo que tenía en sus orígenes, el
pato es un deporte brusco y que presenta ciertos riesgos para quienes lo
practican. Con el paso de los años se han agregado medidas de protección
para los jugadores: desde la década del 60 se usa casco, se ha
implementado la utilización de rodilleras como en el polo y se ha
modificado su reglamento para minimizar las situaciones de peligro. Sin
embargo, es habitual ver accidentes en los partidos que van desde simples
caídas hasta, en casos extremos, la muerte de alguno de los
participantes. Cuando un jugador cae del caballo, se para el partido y
solamente se cambia de jugador cuando se lesiona y no puede continuar
jugando. Para poder asistir rápidamente a los posibles accidentados,
el club en donde se realiza el partido debe poner una ambulancia
a disposición de los participantes. La
falta de apoyo oficial al pato El
decreto N° 17468 del 16
de septiembre de 1953, a
través del cual el general Juan Domingo Perón declaró al pato deporte
nacional, dice: “[…] es labor del Estado velar porque las nobles costumbres de
raigambre histórica pura, como lo es El Pato, sean amparadas y
apoyadas oficialmente, exaltando el sentimiento de nacionalidad y amor
hacia lo realmente autóctono”; sin embargo, es escasa la ayuda que
recibe la Federación Argentina de Pato por parte de la Secretaría de
Deportes y de otras entidades nacionales. “La Federación Argentina de Pato y la Secretaría de
Deportes tienen una buena relación, pero no hay ningún apoyo económico”, señaló su
actual presidente, Jorge Pini. Sin embargo, según confirmaron
autoridades de la Federación Argentina de Pato, esa secretaría les ha
ofrecido un predio en Ezeiza para la construcción de un campo de pato
oficial. El
Campo Argentino de Pato se encuentra actualmente en Campo de Mayo, en
terrenos que pertenecen al Ejército. “Este
predio es muy lindo pero no es nuestro, el ejército nos lo alquila por
contratos de tres años. Esto nos detiene al momento de hacer
inversiones en el campo ya que no sabemos qué va a pasar con el predio al finalizar el contrato. También se hace difícil negociar
la publicidad en las dos canchas que tenemos en este campo”, agregó
el presidente de la federación en relación a las dificultades que
acarrea no poseer un campo
propio. La
falta de un apoyo económico oficial que sea permanente, hace que
actualmente tanto la federación como los distintos equipos estén
buscando sponsors para poder continuar con su actividad. “Lo
que tratamos de hacer es ir buscando sponsors, pero es muy difícil
porque el pato es un deporte con muy poca difusión y entonces a las
empresas no les interesa”, dijo Ignacio Dos Reis, tesorero de
la Federación Argentina de Pato. Para
poder practicar este deporte los jugadores deben hacerse cargo de los
gastos de movilidad de la caballada, las inscripciones a los torneos, la
afiliación y derecho de ventaja, el mantenimiento de los caballos, y
demás gastos particulares durante los torneos. En algunos casos los
clubes pueden costear parte de los gastos, pero al no percibir altos
ingresos, dada la escasa difusión que se hace de este deporte,
son pocas las veces que pueden brindar ayuda económica a los
equipos. El
pato es un deporte que actualmente está luchando por crecer, por no ser
olvidado, por atraer nuevamente a un público que lo siga y que guste de
un deporte con sabor auténtico. El pato, deporte nacional, sigue vivo
gracias a la voluntad de quienes lo practican , de quienes lo siguen y
de quienes lo apoyan; más
allá de que haya sido olvidado
por muchos. ¿Qué se necesita para jugar? El
tipo de caballo utilizado para el pato a variado con el correr del
tiempo. Se ha pasado del caballo criollo a un animal de tipo similar al
del polo, que se caracteriza por su velocidad y facilidad de manejo. Los
características fundamentales que debe reunir un equino para poder ser
utilizado para este deporte son: buen temperamento, velocidad, aptitud
para responder, rápidos reflejos, y poseer una buena boca. Sin embargo,
cada jugador prioriza unos rasgos más que otros de acuerdo a su manera
de jinetear. Se
han utilizado caballos de polo y de carrera para jugar al pato, no
obstante deben ser preparados para poder practicar este deporte ya que
deben acostumbrarse a los movimientos y los embistes propios del pato. Los
caballos que se hacen jugadores
deben aprender, básicamente, a: recostarse, pasar en la levantada,
atropellar oportunamente y esquivar a los contrarios, a los aros y a
los jueces. Un caballo para un novicio cuesta entre 1000 y 1500
dólares. También los hay por menos. El
resto del equipo está compuesto por un casco (U$S 100), rodilleras (u$S
60),
una montura completa (U$S 600 a 700), botas de montar (U#S 200), pantalones
blancos (U$S 40) y la camiseta del club. La montura que se utiliza es
especial: tiene un botón adelante, que es una soga de tiento para que
el jugador se agarre cuando se hace una levantada,
y debe ser un poco más elevada en la parte de atrás. Para
este juego se utiliza una pelota de fútbol N° 5 o similar,
circundada por tres lonjas de cuero cruzadas transversalmente que llevan
cosidas dos manijas colocadas simétricamente; se llama pato
y se la puede conseguir en las talabarterías. El pato en el mundo En
Alemania, Francia, Bélgica e Italia, también se practica el pato pero
con algunas modificaciones, a esa variante se la llama horseball. El
horseball se practica en
canchas más chicas, por lo general cerradas, debido a la falta de
espacios, al clima, y para evitar el recambio de caballos en los
entretiempos debido al cansancio de los animales. Participan tres
jugadores y se juegan dos tiempos de diez minutos. Las reglas de juego
también son diferentes. La
federación italiana solicitó, para establecerse, el
asesoramiento de la entidad argentina de este deporte. “Los
italianos nos pidieron información a nosotros, hasta una copia del
reglamento, y crearon un deporte muy similar al nuestro”, agregó
el tesorero de la Federación Argentina de Pato. En
Brasil, Uruguay, y Paraguay también se lo practica, pero el único país
en donde la practica es oficial y se juega con continuidad es en la
Argentina. La
Federación Argentina de Pato ha intentado en diversas oportunidades
difundirlo en Estados Unidos. “Siempre
tratamos de hacer arreglos con los norteamericanos, pero todavía no se
juega",
comentó
el presidente de la Federación
"Sería bueno que se pudiese jugarlo allá, ya que tienen
gente, espacio y caballos para hacerlo. Allá podría proliferar, ya
que tienen las condiciones propicias para que eso suceda”.
M. J. G. D. ARRIBA * INFORMES * TRABAJOS* NOTICIAS * LINKS * METEOROLOGIA * LEER POP 3 * CORREO * INICIO |