Agón Baires Puntapié inicial en periodismo deportivo
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LLevan horas de zurcido y laboriosa costura para enarbolar los colores del alma. Son las banderas de las hinchadas que muestran el amor por un club y esconden, tras sus pliegues, intereses económicos y políticos. Y son un emblema de identidad tan importante que las convierte en valiosos botines de guerra. Este es un elaborado informe que data de fines del siglo recién pasado.
El trapo o la pasión por
metro El
fanatismo bicolor se le asomaba por debajo del buzo. Siete metros de
tela doblada latían, furiosos, entre el corazón y la camiseta de aquel
pibe que iba a la cancha para desplegarla, con orgullo. El mismo
sentimiento que, allá por principios del siglo XIX sintieron los
hinchas, casi todos inmigrantes, cuando comenzaron a gestarse los
primeros clubes y la bandera fue sinónimo de identidad. Al igual que
los emblemas nacionales, son caras a los sentimientos y a los bolsillos.
Por ellas, por los trapos, se da hasta la vida. Para los seguidores de
Freud & Co., no otra cosa que un nuevo malestar en la cultura, que
otra manifestación de lo cerca que seguimos estando del hombre
primitivo. En suma, el tótem a custodiar y que simboliza al tabú
futbolero. DESDE QUE EL fútbol es fútbol, las banderas dieron el marco
escenográfico a un encuentro donde las
insignias manifestaron los más caros sentimientos. Sin embargo,
este fin de siglo de la globalización se encargó de transfomar muchas
de esas banderas en marquesinas mediáticas de empresas y partidos políticos.
Las otras, esas que nacen del corazón, hoy, se cotizan en baja. No es casual que Enrique Pichón Riviere, pionero de la
psicología social, haya estudiado el fenómeno del fútbol cuando, por los años 60, éste era un espectáculo
donde el hincha era el centro sobre el que convergían los jugadores y
los dirigentes. Epocas en las que la bandera, un paño cosido a pulmón,
era un sello, lleno de mística y sentimiento. "La bandera es un emergente de algo que se lleva adentro
y sostenerla siempre intentó mostrar conciencia de grupo",
sostiene el psicólogo social Carlos
Martinez. "Pero además significó y significa participar de un
sentido tribal, donde la bandera se convierte en un verdadero trofeo de
guerra". Muchos recuerdan aún, cuando los hinchas de San Lorenzo
vieron sus banderas colgadas sobre la tribuna de Boca Juniors, robadas
mientras le tocó jugar en la
B, de local en la Bombonera. O cuando arribó aquel gran trapo
"importado", construído con banderas que la barra de Boca había
robado a las hinchas de otros países
y que trajo como souvenir del Mundial '86, para "darse corte". Pero también, tras el afán de defender esos trofeos, la
historia de la violencia en el fútbol enumera otros ejemplos,
lamentables. Uno de ellos es Héctor Souto, muerto el 9 de abril de
1967, antes del encuentro Huracán-Racing, por politraumatismos y como
represalia por el robo de
una sombrilla con los colores de Huracán. O Saturnino Cabrera quien, el
14 de diciembre de 1990, en un Boca-San
Lorenzo, murió por un caño arrojado desde la tercera bandeja. Un
castigo motivado porque "entre semana, la hinchada de San Lorenzo
había robado a los xeneizes la bandera que tenían guardada en un
corralón", según relató un ex integrante de ese grupo. "Si te la sacaron, quiere decir que no las supiste
respaldar y que los otros
son más que vos", sostiene como dogma este hincha quien asegura
que el robo de banderas origina el
sesenta por ciento de las
peleas entre hinchadas. Parecería, sin embargo, que esta "guerra" no sólo
es entre grupos. Algunos fanáticos aducen que
la Policía roba banderas para originar conflictos y para que los
comisarios puedan justificar un gran número de efectivos en una cancha.
Dato que una fuente policial se encargó de desmentir: "Nosotros sólo
nos limitamos a hacer regir la ley del Deporte, que no se muestren
banderas de rivales en un tribuna, que no se lleven palos dentro de las
banderas, para lo que revisamos todos los trapos. Todos los efectivos
que trabajan cobran un promedio
de 48 pesos como adicional, suma que pagan los clubes que juegan de
local o la policía. Otros efectivos, que trabajan como recargo de
servicio, cobran todavía menos A vos te parece que podemos robar
banderas para justificar esa suma?". El
robo de las banderas es un rito, una manifestación del sentido tribal
de exponer emblemas Sudan, gritan, insultan. En cada encuentro, colgados de la
bandera y subidos al
paravalancha, se disputan mucho más que un pedazo de trapo. "Los
hinchas quieren ser reconocidos dentro del grupo, ocupar aquellos roles
dinámicos que pueden convertirlos en el líder que negocia o seguir
siendo el gil que ni pincha
ni corta", sostiene el psicólgo social Martinez. "Tener un
poder que, afuera, no tienen". Tras ese afán de ser más, al portar o guardar una bandera,
los hinchas permiten que la política y los intereses económicos se
apoltronen en la tribuna, considerándose dueños del trapo. "Como en general los organizadores (jefes de barras) son medio punteritos y tienen
algunos seguidores, entonces los políticos se acercan porque entienden
que, teniendo a los hinchas de su lado, pueden acoplar unos cien,
cientocincuenta votos", argumenta el doctor José Novello, abogado
defensor de bravos chacaritenses quien entiende que los políticos
"son un mal necesario". "Si no estás respaldado, no podés
subsistir", sostiene. Algunas de las banderas más recordadas por su explícito
apoyo político fueron las que se mostraron a fines de los `80. Así por
ejemplo, la hinchada de
River, en vísperas de la interna peronista del `88, sacó a relucir un
trapo premonitorio que rezaba "Menem presidente". Por su parte, la Número 12 reincidió en su adhesión
incondicional al otro pre-candidato peronista, Antonio Cafiero, a quien
ya le había brindado su apoyo, un año atrás, desplegando banderas
azul y oro con la inscripción "Cafiero gobernandor". Las demás hinchadas no se han quedado atrás en materia de
aguante pre y post-electoral.. La de Banfield , por ejemplo, apoyó al
gobernandor bonaerense, el doctor Eduardo Duhalde, quizá el hincha más
famoso que haya tenido el "Taladro" desde su fundación. Por su parte, los de Almirante
Brown viven un idilio eterno con el político más influyente del
partido de La Matanza, el presidente de la Cámara de Diputados, Alberto
Pierri. Ese "amor", traducido en trapo y aliento, supo
compartir tribuna con deplorables banderas con la cruz svástica, cada
vez que le tocó enfrentar a Atlanta. Así, en este gran e interminable partido donde todos quieren
ser el dueño de la pelota, también se meten intereses económicos, que
toman forma de bandera y se expresan con el postmoderno nombre de sponsor,
una modalidad que parte de la dirigencia y que es rentable para algunos.
Portar banderas carísimas, con la marca de un producto deportivo o una
gaseosa es una tentación a la que ningún hincha, que quiera obtener
poder o dinero, puede negarse. Pero tampoco faltan aquellos otros que utilizan este
escenario particular para manifestar su fe y , por qué no, ganar
adeptos. En el anfiteatro mediático de los estadios de los Mundiales,
siempre está aquel que "grita" a los cuatro vientos un
mensaje que habla del Mesías y la Vida Eterna y que se resume en el ya
conocido "John 3:16", que llenó las pantallas del planeta
desde México 1986. Los
políticos, con la promesa de favores a futuro, introducen mensajes en
las banderas de las hinchadas Pero además de estos megamensajes, pueden verse frases que
rezan "Podrán imitarnos, igualarnos jamás", "Bicho: que
la Virgen nos ayude" ó "Los borrachos del tablón", que
aparecen entremezcladas con la lengua de los Stones, la imagen del Che
Guevara ó del Sagrado Corazón de Jesús en un megacollage
de colores. Son los símbolos de aquel tipo de hincha que los
especialistas definen como integrantes de banda o tribus. "Estos
son los que, en cada emblema, expresan el barrio, lo mágico, el
aguante, el todo o nada, que es, en definitiva, la expresión de lo que
dice cada día la sociedad", dice Carlos Martinez. "Es la
expresión de la vida cotidiana",. Los integrantes de las barras subestiman a estas tribus y suelen definirlos como "gilitos que le compran la bandera al pibe y que le tiene que pedir permiso a la patrona para poder ir a la cancha el domingo".
En los últimos tiempos, como consecuencia lógica,
Aparecieron para sorprender e impactar las banderas "talles
especiales". Se usan solamente unos minutos antes de que empiece el
partido y en el entretiempo, aunque, para darse semejante gusto, alguien
tuvo que desembolsar no menos de 40.000 pesos. "Nos llevó muchísimo trabajo, sobre todo las letras
aplicadas", reconoció Ana María Ramos de la firma Boitano, que
confeccionó la bandera de 40 por 190 metros que Racing desplegó con
orgullo y que fuera pagada por un hincha, Anibal Domínguez, apodado
"El Vaquero", tal vez muy cercano a la dirigencia. Para sacarla del taller de costura de la calle Bartolomé
Mitre, se necesitaron más de 15 pares de brazos fornidos que pudieran
bancar los casi 1000 kilos de poliamida enrollada. En 45 días de
trabajo, cerca de 15 personas se repartieron la tarea y disfrutaron
cuando se desplegó, como un gigantesco telón, en el estadio. Con lágrimas en los ojos tuvieron que volver los hinchas a
la casa Boitano, cuando el trapo se rompió, por cigarrillos
malintencionados u objetos cortantes, tal vez de algún rival celoso.
Tras unos retoques, volvió al ruedo. Para el Ingeniero Eduardo Deganis, por su parte, la tarea de
confeccionar banderas también dio sus frutos, sobre todo cuando vio
colgado el enorme y colorido telón de Rosario Central, que ellos
confeccionaron con la sponsorización de Le Coq Sportif. En este caso,
la poliamida desmostró también ser
un material muy noble. Con el ingeniero a la cabeza, Flameart -tal es el nombre de
su empresa- es precursora en el uso de tecnología para el diseño de
estas grandes banderas. Todo fue diseñado por computadora y, después
de unos cáculos, cobraron vida y sentimiento 130 por 36 metros de tela
teñida, 500 kilos de peso y los logos
cosidos, ensamblados como en un gran rompecabezas, por un valor cercano
a los 40.000$. Ellos tuvieron a su cargo también la confección de las
banderas de Belgrano de Córdoba, la de Tigre y la de Gimnasia y Esgrima
de Jujuy, todas encargadas por la multi con sede en Francia. Para desplegar la de Central se requirió un manual de estilo
porque, en realidad, es todo un arte. Cada encuentro se necesita un
equipo entrenado de no menos de 50 personas, generalmente hinchas
allegados al club, con ensayos y coreógrafos (léase punteros) incluídos. Más allá de de lo anecdótico, "dentro de la cancha,
portará la megabandera el grupo más fuerte (oficialista, por
supuesto), que es el grupo que está al lado del club, esto quiere decir
que está aliado a algunos de los tipos de la comisión, que permitirán
guardar la bandera en algún lugar seguro", resaltó el abogado
Novello. Metros y metros de tela, en definitiva, no hacen más que
mostrar el poderío de la insitución. "Es el intento hegemónico
de la entidad de decir que todos somos uno. En la tele se la ve como
algo compacto. No es la bandera de la hinchada, es la de la dirigencia.
Al institucionalizarla se le quita la particularidad y
la diversidad de discurso que aparece dentro de las hinchada. Es
adueñarse del sentimiento colectivo y uniformar su expresión",
dice el psicólogo social ya citado. En definitiva, un trapo de estas dimensiones y de estas
características, envuelve al grupo bajo un color. Pero sin identidad.
Plancha
y almidón El estudioso Francis Fukuyama se animó a decir que se
acercaba el fin de la historia y que morirían las ideologías. Las
grandes banderas y los estandartes con mensajes económicos o de
políticos parecen darle la razón. Sin embargo, como aquel pibe que guarda cerca de su pecho los
colores de su club cada vez que va a la cancha, la mística del fútbol,
su esencia folclórica perdurará "mientras
la bandera vieja que está en el tanque de agua, que no está dispuesta
a venderse, impida que gane la globalización", dijo Carlos
Martinez, con su visión desde las Ciencias Sociales. La fiesta de los colores del fútbol no morirá mientras perduren banderas del hincha común,
esa que lleva los colores bajo la
camiseta Espejito,
espejito Todos quieren tener la más grande. No en vano se han puesto
de moda los telones gigantescos que tapan a toda la tribuna.
Tampoco es casual que ya aparecieran empresas que desean poseer
banderas con el logo en degradé o incluso detalles más
innovadores, como una firma de pasta dentífrica que ya pidió
presupuesto en varios locales para
hacer una gran bandera que cubra, no una tribuna, sino el
edificio conocido como el "rulero",
de Pellegrini y Libertador, donde funciona el holding de Macri. "La bandera es una expresión estética que está
sostenida por una ética que tiene que ver con la decisión del
sujeto", recalcó el psicólogo social Martinez Esto también está generado por cambios de roles dentro de
aquel viejo esquema que Enrique Pichon Riviere se animó a
analizar."Hoy por un lado, están los
jugadores, entrenadores, dirigentes, barrabravas y la institución.
Y por otro lado, el hincha mediático, que no va a la cancha pero
disfruta desde su casa, mirando por tevé, al que también le llegan los
mensajes institucionalizados, y el hincha presente que vibra en el
estadio. El hincha dejó de ser el centro del espectáculo",
finalizó el psicólogo social consultado. Banderas
en números -La bandera de Racing ocupaba 190 xr 40 metros. -Se usaron 1000
kilos de poliamida. -Se invirtieron más de 500 carreteles de hilo -Llevó 15 días de trabajo a full -Trabajaron 15 personas -Para trasladarla, se ató como una ristra de chorizos,
plegada a lo alto. Y se necesitaron más de 15 personas para subirla a
un camión -Aunque es un verdadero misterio saber dónde la guardan, se
presume que es en las dependencias del club. Y además, se supo que
tardaron varias semanas en exponerla porque un grupo de rivales, habían
jurado robarla. Más
datos para
una info -En los '60 se portaban banderas individuales -En los '80, largas banderas por donde podían bajar el
hincha de la tribuna -A fines del siglo XX las banderas individuales costaban
apenas 20 pesos/dólar, pero pasaron de moda -La primera gran bandera, en cuanto al largo, data de 1985 y
fue millonaria, en ocasión de un River-Boca. -En cuanto a trapos gigantes, el primero que se vio por estas
tierras es el que desplegó la hinchada xeneize durante los festejos por
la obtención de la Super Copa de 1989.
En el 93, les tocó portar la bandera que les regaló Maradona. -La bandera más grande que se vio por entonces en la
Argentina es la de Racing de 190 x 40 metros. -La más avanzada en tecnología local es la de Rosario
Central. Costó cerca de 40.000 y se diseñó por computadora -Argentinos Juniors, Newell's Old Boys de Rosario y Velez
también portan grandes banderas. -Multimedios América sponsorea una bandera
que, según algunas versiones, fue la más cara. Pero se hizo en el
exterior, donde hay máquinas que pueden estampar letras.
-Las hinchadas barriales o tribus enarbolan banderas con imágenes
de ídolos futbolísticos, la lengua de los Stones o últimamente la del
Che Guevara. ARRIBA * INFORMES * TRABAJOS * NOTICIAS * LINKS * METEOROLOGIA * LEER POP 3 * CORREO * INICIO |